Entre el 1 y el 8 de noviembre los jugadores argentinos y brasileños que jueguen en Europa y sean llamados por sus selecciones abandonarán sus correspondientes equipos para atender a los compromisos internacionales.
La cita olímpica del próximo verano se acerca y Brasil jugará en Alemania el torneo preparatorio. Por su parte, el combinado albiceleste tiene el objetivo fijo en los dos torneos del año que viene: los Juego Panamericanos en los que serán anfitriones y las Olimpiadas de Río de Janeiro. Ambos con ambiciones muy distintas, ya que en las Olimpiadas buscarán los diplomas olímpicos.
Ambas selecciones han hecho públicas sus listas de jugadores para evitar sorpresas de última hora y problemas con los equipos en los que juegan los jugadores. Esperan poder realizar un 2016 que supere las expectativas y la calidad ascendente de los nuevos jugadores que han ido triunfando en categorías inferiores y que conocen el balonmano internacional es ilusionante en cuanto a los objetivos.
En estos torneos se enfrentarán a equipos con los que competirán directamente en las Olimpiadas de Río y que serán una referencia de cara a buscar mejoras y aliviar los defectos que se vayan encontrando en las concentraciones.
Se espera que las Olimpiadas supongan un salto exponencial en cuanto a repercusión y calidad de las selecciones continentales. En muchos países se ha aumentado la inversión y este flujo de dinero empieza a llegar a las categorías inferiores, la base del futuro balonmano. De momento, hay que disfrutar con estos torneos que comenzarán a jugarse en noviembre y soñar con ambición, en vez de pensar que llegar a cuartos de final es un gran objetivo, ¿por qué no imaginar con una medalla? Es ascenso del deporte en todo el continente y la afluencia de público puede que sorprenda a mucho.
