Una vez llegado el merecido descanso veraniego, desde SPS Handball hemos decidido aprovechar el receso de las competiciones nacionales y continentales para comenzar una serie de artículos en los que rendir un sentido homenaje a aquellos equipos que han marcado una época en el mundo del balonmano, haciéndose merecedores, por tanto, de un reconocimiento a su carácter competitivo, a sus logros deportivos y a la huella que han dejado en nuestro deporte, siendo el espejo en el que nos mirábamos en nuestra infancia o juventud, o en el que se miraron nuestros padres y les llevó a inculcarnos el amor al balonmano.
Para comenzar esta serie, es necesario retroceder hasta la década de los 70, y comenzar nuestra historia con una reflexión que después explicaremos: si dijéramos que este artículo está dedicado al C.D. Obras del Puerto, entidad histórica alicantina fundada en 1952, es probable que muy pocos de vosotros entenderíais que hacemos recordando a este equipo.
Otra cosa es que aclaremos que este club fue el germen de donde surgió el mítico Club Balonmano Calpisa, que dominó con mano de hierro el balonmano nacional durante el periodo comprendido entre 1973 y 1980, con cuatro Campeonatos y dos subcampeonatos de Liga de División de Honor, y cuatro Copas del Rey más una final perdida en la temporada 1978-1979.
Pero a pesar de este envidiable palmarés, la mayor aportación de este club al deporte español viene motivada por tratarse del pionero y precursor del patrocinio deportivo a gran escala, dirigido a la profesionalización de un deporte hasta aquel entonces marcadamente amateur, cuando este aspecto era totalmente inaudito e incluso fuertemente criticado por la prensa especializada del momento.
El C.D. Obras del Puerto fue uno de los clubes fundadores de la División de Honor masculina, la actual Liga ASOBAL. Se trataba de un conjunto habitual en la élite del balonmano nacional pero cuyo mayor logro se reducía a un segundo puesto en la temporada 1959-1960.
Pero en 1973 todo cambió. La empresa Obras del Puerto decidió abandonar su aportación económica de apoyo al club, y su presidente, Andrés Muñoz, consiguió la entrada como patrocinador principal de la Compañía Alicantina de Promoción Inmobiliaria S.A., una empresa local interesada en alcanzar proyección nacional para sus negocios.
De este modo, la estrategia del nuevo mecenas del club alicantino ha pasado a los anales del balonmano: cambiar la denominación del club al acrónimo de la entidad (CALPISA) y hacerse con los mejores jugadores del momento a golpe de talonario.
La piedra angular del proyecto fue el fichaje del entrenador Miquel Roca Mas, que había llevado al BM Granollers a la consecución de 7 Ligas y 2 Copas. Tras él, llegaron al Calpisa la flor y nata del balonmano nacional: Perramón, el mejor cancerbero del momento, y Goyo (procedentes del Picadero), Albizu y Novoa (Bidasoa), Tauré (Atlético de Madrid) y Castellana (Marcol Valencia), que se unieron al veterano Rochel y un conjunto de jóvenes promesas procedentes de la cantera alicantina, dando lugar a los mejores años en la historia del balonmano alicantino.
El punto álgido del Club Balonmano Calpisa Alicante llegó en la temporada 1979-1980 con la consecución de la Recopa de Europa ante el potentísimo VFL Gummersbach alemán, campeón en las dos ediciones anteriores, por 36-33, convirtiéndose en el segundo conjunto español en conseguir un título europeo tras el triunfo del BM Granollers en la temporada 1975-1976.
A partir de 1980 los resultados no acompañaron y, como muchos temían, esto llevó a la retirada de la esponsorización por parte de CALPISA, pasando a denominarse Tecnisa (temporada 1982-1983), Tecnisán (1983-1984) o Helados Alacant (1988-1989) y comenzando a partir de ahí una travesía por el desierto que comenzó en la temporada 1992-1993, ya como Balonmano Benidorm, hasta su posterior desaparición.
No obstante, este triste final no puede hacernos olvidar lo que el Club Balonmano Calpisa hizo por la práctica, el seguimiento y la profesionalización del balonmano en aquella España de los años 70.
Muchísimas gracias.